Ni un paso atrás

Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta trabajaron en diversos planes que permitieran mantener el vínculo de los/las chicos/as y las familias con los/as docentes y con la escuela

La lectura del libro “El día que ir a la escuela fue noticia”, nos retrotrae al contexto de la pandemia del covid-19, en el que las escuelas de todo el país cerraron sus puertas por decisión del gobierno nacional, con el objetivo de evitar la propagación de los contagios.

Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta trabajaron en diversos planes que permitieran mantener el vínculo de los/las chicos/as y las familias con los/as docentes y con la escuela. Asimismo, en la segunda mitad del 2020, mientras algunas actividades comenzaban a habilitarse, los establecimientos educativos seguían sin poder abrir sus puertas para recibir a los/las alumnos/as. Por lo tanto, tal como cuenta Acuña en su libro, las familias comenzaron a involucrarse cada vez más y se movilizaron para hacerse escuchar en el reclamo por la educación de sus hijos/as. Este fue un apoyo fundamental para la Ministra y el Jefe de Gobierno, que en los meses finales de aquel año lograron la ansiada reapertura de escuelas.

En el capítulo 10 del libro, titulado “Ni un paso atrás”, Soledad Acuña recuerda los meses iniciales del 2021, cuando las escuelas de la Ciudad volverían a la presencialidad plena. En este sentido, la Ministra explica que la principal preocupación en ese entonces, era recuperar el tiempo perdido por los meses en los que las aulas permanecieron cerradas. Los meses previos habían dejado un saldo muy negativo que debíamos revertir, no solo en la Ciudad sino en todo el país. La inequidad educativa se había profundizado y necesitábamos acelerar los procesos de aprendizaje. La tarea era titánica pero iba a resultar de una sola manera: teníamos que lograr que los estudiantes pasaran el mayor tiempo posible en contacto con las aulas”. Asimismo, la evidencia empírica había comprobado los argumentos que se sostenían desde el Gobierno de la Ciudad en el 2020. Es decir, que las escuelas no ponían en riesgo la salud de los/las chicos/as, sino que eran los espacios más seguros para ellos.

La segunda ola de contagios

Acuña cuenta que a mediados de marzo del 2021, cuando se cumplía un año desde el inicio de la cuarentena, el fin de semana largo de Semana Santa y la llegada del otoño amenazaban con una segunda ola de contagios. En este sentido, los/las chicos/as, los/las docentes y las familias, comenzaban a preocuparse por un posible cierre de escuelas.

La Ministra explica que el Gobierno de la Ciudad estaba decidido a mantener las escuelas abiertas, a pesar del aumento de los contagios, debido a que los datos demostraban que ir a la escuela no aumentaba el riesgo de su propagación. En este sentido, cuando el gobierno nacional intentó volver a cerrar las escuelas en abril de aquel año, Acuña explica que se tomó la decisión de no dar “ni un paso atrás” en cuanto a la presencialidad en las escuelas. De este modo, a partir de un fallo de la justicia a favor de la autonomía de la Ciudad, Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta lograron mantener las aulas abiertas.

En este sentido, la Ministra de Educación explica que durante el 2021: “Ya sabíamos que el modelo de la virtualidad no garantizaba que los docentes pudieran trabajar de la misma manera, porque no todos estaban preparados para hacerlo y no todos los chicos van a estar preparados para recibirlo. En 2020 ya habíamos visto el costo de la virtualidad para los docentes, para los chicos, para la organización de las escuelas, y queríamos evitarlo a toda costa. Así lo hicimos (…) Tuvimos que mantener un esquema de flexibilidad para adaptarnos a los distintos escenarios de la pandemia, siempre privilegiando a los estudiantes que más necesitaban de la escuela. Todavía estábamos lejos de la escuela que queríamos, pero no podíamos resignarnos a que los chicos fueran los perdedores de la pandemia, ni dejar de prepararlos con los conocimientos y herramientas que necesitan en cada etapa de su desarrollo”.

A lo largo del capítulo 10, Soledad Acuña expresa su determinación por mantener las escuelas abiertas el mayor tiempo posible, debido a que estaba empíricamente comprobado que las clases presenciales no implicaban un riesgo para la salud de los chicos y las chicas. Además, luego del cierre de las aulas en el 2020, se habían sufrido profundos retrocesos en los aprendizajes de los/as jóvenes, por lo que era necesario sostener la presencialidad a pesar del contexto. 

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