por Isabel Díaz Ayuso
Presidenta de la Comunidad de Madrid
Somos conscientes de que la gestión de la pandemia que ha hecho la Comunidad de Madrid ha servido de modelo para muchos líderes políticos y gestores de todo el mundo. Frente a los cierres indiscriminados y las restricciones masivas, Madrid defendió las libertades civiles. Lo hicimos cuando más difícil era hacerlo. Lo hicimos sorteando mil obstáculos e ignorando mil presiones. Asumimos el riesgo que implica la coherencia y demostramos que era posible hacer compatible la salud con la actividad económica, educativa o cultural.
Importamos toneladas de material médico cuando otros se mostraron incapaces de abastecernos, contratamos a más de diez mil profesionales sanitarios extra, ampliamos los espacios de los hospitales, desarrollamos un sistema de vigilancia de las aguas residuales que nos permitió adelantarnos a las sucesivas olas, repartimos millones de mascarillas de máxima protección a la población, adquirimos test rápidos de antígenos cuando nadie parecía confiar en ellos y, sobre todo, levantamos un hospital especializado en pandemias en solo tres meses. Un auténtico «milagro» según reconoció la OMS, que sirvió para salvar miles de vidas, descongestionar el sistema de salud y administrar más de dos millones de vacunas. Todas y cada una de las medidas que tomamos en Madrid fueron recibidas con escepticismo, cuando no abierta hostilidad, por parte del Gobierno de la Nación y las formaciones y medios de comunicación de la izquierda. Sin embargo, y a medida que se comprobaba su éxito, fueron replicadas progresivamente por el resto de administraciones. Madrid salvó vidas y negocios porque luchó por preservar espacios de libertad en la cultura, la hostelería, la empresa o la educación.
Al otro lado del océano, la ciudad hermana de Buenos Aires libró una batalla similar. Con parecido arrojo y en igual soledad. Tuvo, como el caso de la Comunidad de Madrid, el Gobierno de la Nación a la contra. Hasta España llegaron las noticias del contencioso entre la Ciudad y el Gobierno Nacional a propósito del cierre de las escuelas. Por eso cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación falló a favor de Buenos Aires, en Madrid lo vivimos con el mismo entusiasmo. Sin la determinación de Soledad Acuña los niños del distrito hubieran permanecido recluidos en sus casas de manera prácticamente indefinida, con las secuelas emocionales y psicológicas que eso implica. Acuña ha peleado muy duro para defender los hechos científicos frente al miedo, la evidencia frente a la psicosis y la libertad frente al populismo. En definitiva, ha demostrado un enorme liderazgo frente a la adversidad y un compromiso inquebrantable con la libertad de los niños y los jóvenes.
Tanto el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta como el resto del Gobierno han hecho un extraordinario trabajo: en menos de tres meses pusieron en marcha el 90% de las medidas que se habían propuesto. Se ampliaron los espacios públicos para garantizar la distancia social, se peatonalizaron centenares de calles y se desplegó un plan de reactivación económica de la mano de los sectores productivos.
Y todo con la máxima transparencia: ofreciendo información en vivo a través de una plataforma de datos abierta disponible para todos los ciudadanos.
Madrid y Buenos Aires comparten infinitos lazos históricos y culturales, es emocionante comprobar que también compartimos el mismo aprecio por la libertad.