En el sexto capítulo de su libro titulado «El día que ir a la escuela fue noticia», Soledad Acuña relata cómo, tras regresar de su licencia por maternidad a mediados del año 2020, fijó como su principal propósito lograr el retorno a las clases presenciales en todas las escuelas de la ciudad. A pesar de la oposición presentada por el gobierno nacional, tanto ella como el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, trabajaron en el diseño de una estrategia destinada a garantizar que los chicos y las chicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires regresaran a las aulas en condiciones de seguridad. Al cierre de dicho capítulo, expresa: “Las familias y los estudiantes comenzaron a despertarse. En un principio tímidamente, pero muy rápido se destapó la olla: querían un plan de regreso a las clases presenciales. La ciudadanía empezó a tener una voz propia y ya no había vuelta atrás. A medida que pasaban los meses de encierro, la realidad se iba imponiendo. Sucedía en distintos ámbitos y era una discusión habitual en las reuniones de estrategia Covid. Aquello que no regulábamos nosotros, se regulaba solo. Lo veíamos en el espacio público: si se podía circular, ¿tenía sentido que la gente no pudiera sentarse al aire libre? Si las mamás llevaban a sus hijos a las plazas, ¿por qué no hacíamos círculos en el piso para que estuvieran en grupos? Otro tanto con los cumpleaños: los espacios públicos eran más seguros que un salón, ¿por qué no habilitar esa actividad? Teníamos que pensar en situaciones insólitas. Era difícil pero necesario. Lo peor que podíamos hacer era imponer normas que no se cumplieran. Nuestra postura era que teníamos que acompañar con medidas lo que se daba espontáneamente en la sociedad. Con las escuelas pasaba algo similar. La movilización social y la presión de los medios forzaba al Gobierno nacional a habilitar una salida. Solo era cuestión de tiempo”.
Cada día cuenta
En el noveno capítulo, titulado «Los chicos hicieron todo bien», Soledad Acuña detalla cómo se materializó el retorno a las clases presenciales a finales del 2020, y cómo el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desplegó esfuerzos para que, a partir del 2021, todas las escuelas porteñas pudieran impartir clases de manera completamente presencial.
La Ministra relata el sentir de los estudiantes, quienes habían seguido durante meses las noticias con la esperanza de regresar a las aulas, pero experimentaban frustración al ver que se autorizaban diversas actividades, desde las más evidentes hasta las más insólitas, mientras sus escuelas permanecían cerradas. Sin embargo, la Ministra destaca que en cada ronda de negociación, pensaba en la necesidad de estar a la altura del esfuerzo de los jóvenes.
Por esta razón, y gracias al arduo trabajo de las familias, docentes, estudiantes y el Gobierno de la Ciudad, las escuelas reabrieron sus puertas a mediados de octubre.
A medida que el año llegaba a su cierre y la asistencia escolar nuevamente cobraba relevancia mediática, surgieron cuestionamientos que planteaban como innecesaria la vuelta a clases presenciales a semanas del fin del ciclo lectivo.
Sin embargo, la visión de Soledad Acuña y su equipo estaba clara: después de meses de espera, los chicos y las chicas debían tener la oportunidad de encontrarse nuevamente con sus compañeros y docentes en las aulas, incluso si quedaban pocos días para culminar el año lectivo. Cada día en la escuela cuenta, y es importante.
La escuela como lugar de vinculación
Durante la cuarentena impuesta por el gobierno nacional en el contexto de la pandemia, se evidenció la relevancia de la presencialidad en las escuelas para el conjunto de la sociedad.
La pandemia nos recordó el rol de ordenadora social que cumple la escuela. Soledad Acuña experimentó esta realidad a través de su hijo. Según la Ministra, esos días en los que pudo retornar a la escuela adquirieron un valor fundamental, no tanto desde una perspectiva pedagógica, ya que ese no era el objetivo primordial, sino desde una perspectiva emocional. Su hijo, al igual que la gran mayoría de los jóvenes, tuvieron la oportunidad de reencontrarse con sus docentes y con sus compañeros en la escuela. Pudieron recuperar ese espacio de vinculación social que sólo puede darse en un aula, por eso era fundamental regresar a las clases presenciales lo antes posible.