A lo largo de su libro, Soledad Acuña relata su experiencia como Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires durante los años de la pandemia del Covid-19. A lo largo del mismo, se cuenta de manera detallada el proceso para volver a abrir las escuelas, desde que el gobierno nacional decretara su cierre en marzo del 2020.
A partir de la lectura de “El día que ir a la escuela fue noticia”, se puede iniciar un camino hacia la reflexión personal, y a repensar la manera de gestionar la educación y la política en general. Acuña propone una alternativa política, que se basa en el diálogo y el debate constante, pero también en la firmeza a la hora de tomar decisiones. La Ministra nos recuerda la importancia de sostener las convicciones y de respaldar todas las medidas en la evidencia empírica.
Evaluar la situación para tomar decisiones
En el capítulo 12 del libro, titulado “Se corrió el velo de la urgencia”, la titular de la cartera educativa porteña hace referencia a su forma de gestionar, que tiene como punto de partida, la medición de la realidad: “Estamos acostumbrados a gestionar en base a la evidencia y así logramos el 98% de revinculación de los chicos caídos del sistema durante el año 2020; porque los contamos, los fuimos a buscar y desarrollamos una estrategia individualizada. El riesgo de abandono escolar también fue atendido. Gracias a que evaluamos en 2020 y no nos conformamos con las valoraciones pedagógicas generales que propuso el Gobierno nacional, pudimos identificar a 9000 estudiantes de secundaria que adeudaban 11 materias. Para garantizar su continuidad los acompañamos durante el verano y con la escuela de los sábados. Así logramos revertir la situación: en septiembre de 2021 volvimos a los niveles previos a la pandemia y pasamos del 75 al 25 por ciento de chicos con materias adeudadas”.
El cierre de escuelas y los meses de aislamiento tuvieron un impacto negativo muy significativo para la educación de los chicos y las chicas. Esto fue homogéneo en todo el país, que sufrió serios retrocesos en la calidad educativa, lo cual implicó un riesgo para el futuro de los/as jóvenes. Sin embargo, las medidas que cada jurisdicción implementó para revertir la situación no fueron las mismas. A diferencia de la gran mayoría de las provincias, la Ciudad de Buenos Aires decidió medir la realidad, para poder conocer la situación y los problemas existentes, y de esta manera poder diseñar estrategias orientadas a recuperar los aprendizajes y las trayectorias escolares de los/as estudiantes.
Asimismo, Soledad Acuña explica: «En la Ciudad, durante 2021 hicimos todas las evaluaciones que consideramos necesarias. Las FEPBA se aplican a todos los alumnos de 7º grado y las TESBA para los estudiantes de tercer año de secundario, ambas para escuelas de gestión estatal y privada (…) Con la vuelta a la presencialidad se hizo imprescindible saber el estado de situación de los procesos de aprendizaje, por eso también llevamos adelante las Pausas Evaluativas. No podíamos dejar pasar la oportunidad de saber dónde estábamos parados. Los resultados nos permitieron diseñar nuevas capacitaciones para los docentes y preparar los materiales pedagógicos adecuados para hacer frente a la situación de escuelas cerradas que dejó la pandemia. La alfabetización inicial se vio afectada y eso nos llevó a poner el foco en los primeros grados, esa etapa que es esencial para construir sobre cimientos más sólidos. En relación a los más grandes de primaria encontramos muchos problemas con el oficio de ser estudiante. A partir de cuarto grado los chicos deberían tener una base firme en alfabetización y estructura numérica que les permita incorporar otros saberes. Así es como aprenden a estudiar, se mueven con autonomía, tienen manejo de los textos, son capaces de interpretar y resolver consignas por sí mismos”.
Por lo tanto, gracias a que el Ministerio de Educación asumió la evaluación de la realidad para tomar decisiones como política de gobierno, fue posible recuperar los aprendizajes de los chicos y las chicas de la Ciudad. Cada medida que se implementó dentro del Plan de Recuperación de los Aprendizajes estuvo enmarcada en la evidencia empírica, por lo que estaban orientadas a resolver una problemática específica. De este modo, las diversas evaluaciones nacionales que se llevaron a cabo en los años siguientes, muestran que la educación de la Ciudad lidera los indicadores educativos del país.