Soledad Acuña: Madre y Ministra en la pandemia

Soledad Acuña

A lo largo del 2020 y 2021, la pandemia del Covid-19 obligó a los gobiernos a decretar un aislamiento social, con el fin de contener los contagios y preservar el sistema de salud. Debido a esto, las escuelas cerraron sus puertas durante varios meses, y las clases se dictaron a distancia. En los primeros meses del 2020, la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, estaba con licencia por maternidad por el nacimiento de su segundo hijo, Toto. A mediados de ese año, cuando pudo retornar al Ministerio, comenzó a trabajar, junto a Horacio Rodríguez Larreta, en un plan para que los estudiantes pudieran retornar a las aulas. En mayo del 2022 escribió su libro “El día que ir a la escuela fue noticia”, en el que narra su experiencia como ministra y como madre en ese contexto.

En el primer capítulo del libro, Acuña detalla sus sensaciones en aquellos primeros días de marzo. “El mismo día en que se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio me fui de licencia por maternidad, y lo cierto es que quería quedarme”. Además, explica que en aquella semana el gobierno nacional había dispuesto, de manera unilateral, la suspensión de clases en todo el país, algo que ella cuestionó desde un primer momento. En este sentido cuenta que: “La semana también había sido larga, una seguidilla de días frenéticos que comenzó cuando el Gobierno nacional dispuso, de manera intempestiva y sin consultas, la suspensión de clases en todo el país a partir  del lunes 16 de marzo. Me parecía un error y así se lo dije al ministro Nicolás Trotta: si cerrábamos, nos iba a costar mucho volver. En esa época aún sabíamos muy poco sobre el virus, pero lo que veíamos en Europa nos permitía intuir que era estacional y que la circulación aumentaba en invierno. Recién estaba terminando el verano en nuestro país, por lo tanto, si cerrábamos, no íbamos a volver hasta septiembre”.

Con el correr de las semanas, se hizo evidente que el cierre de los establecimientos tenía consecuencias negativas muy importantes en el desarrollo de los chicos y las chicas. Ir a la escuela no es sólo asistir para incorporar los contenidos curriculares, es también el espacio en el que los jóvenes pueden encontrarse con sus pares y sus docentes, donde aprenden a socializar y adquieren las normas que hacen a la vida en comunidad. La ministra porteña pudo ver los efectos que el aislamiento tenía en su hijo mayor, Santiago. En su libro, narra cómo vivió aquella situación, en la que veía que a su hijo le hacía falta el contacto con sus amigos de la escuela. Asimismo, expresa: “No era la única. El chat del colegio explotaba por las dificultades que significaba estudiar virtualmente. A cada rato aparecía alguna mamá desbordada porque no sabía cómo usar la plataforma o porque no sabía en qué momento empezaba la clase. A mí también me costó entender la plataforma que usaban en la escuela, pero después fui aprendiendo. Las familias se sentían agobiadas por la cantidad de tarea que debían hacer con sus hijos. «No se puede, esto no lo entiendo, no sabemos cómo hacerlo.» La catarsis estaba muy presente en las conversaciones. Las mamás que tenían varios hijos con tres Zoom distintos, con diferentes horarios y multiplicidad de tareas se la pasaban haciendo malabares para acomodarse con los horarios y las actividades de los chicos. En ese momento no lo sabía, pero las preocupaciones que yo sentía por Santi y que conversábamos con las mamás del colegio, eran las mismas de otras familias y de muchas escuelas”. 

El contacto con esta realidad permitió que Soledad Acuña mantuviera firme la convicción de que abrir las aulas debía ser una prioridad. Por lo tanto, a mediados de aquel año, retornó al Ministerio con la convicción de que la vuelta a la escuela debía ocurrir lo antes posible. Es por ello que el gobierno de la Ciudad trabajó durante meses para lograr la reapertura de los establecimientos. A finales del 2020 y principios del 2021 la ministra y el Jefe de Gobierno pudieron cumplir con dicho objetivo, a pesar de la oposición del gobierno nacional. No obstante, luego de garantizar la presencialidad en las aulas, se inició un plan para recuperar los aprendizajes y el tiempo perdido. 

A su vez, se elaboraron planes para acompañar el desarrollo emocional de los chicos y las chicas, y así ayudarlos en sus trayectorias educativas. En este sentido, fueron importantes las instancias de apoyo que se ofrecieron los días sábado, así como la apertura de las escuelas en los recesos de invierno y verano.

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