Después de dos años al frente de la gestión educativa en el contexto de la pandemia, la Ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Soledad Acuña, comparte sus experiencias en el libro «El día que ir a la escuela fue noticia». En este compendio reflexivo, Acuña detalla su lucha para reabrir las escuelas y ofrece perspectivas valiosas sobre los retos y lecciones aprendidas durante la crisis del Covid-19.
La pandemia dejó en claro que cada día en la escuela cuenta, y es crucial. La presencialidad escolar no es solo un medio para la adquisición de conocimientos académicos, sino también un terreno fértil para el desarrollo social y emocional de los estudiantes, especialmente en edades tempranas. El contacto directo con compañeros y docentes no solo facilita la instrucción pedagógica, sino que también nutre la construcción de habilidades socioemocionales esenciales para la vida.
Soledad Acuña destaca en su libro cómo la cuarentena y la suspensión de clases presenciales afectaron profundamente la salud emocional de los jóvenes. Colaborando con Horacio Rodríguez Larreta y diversas áreas del Gobierno de la Ciudad, se emprendieron esfuerzos para mantener un contacto constante con las familias y comprender sus realidades.
Una investigación conjunta con la fundación Ineco reveló datos preocupantes sobre la salud emocional de adolescentes. Entre el 60% y el 70% de los encuestados expresaron síntomas de cambios frecuentes de ánimo, ansiedad, sentimientos de soledad y baja satisfacción con la vida. Este hallazgo subraya la importancia de la presencialidad escolar como un factor clave para el bienestar emocional de los estudiantes.
La reapertura de las escuelas a finales de 2020, resultado del esfuerzo conjunto de familias, docentes y estudiantes, marcó un hito. El 2021 se inició con el compromiso de garantizar la presencialidad plena en las aulas, y se implementaron políticas educativas ambiciosas para maximizar el tiempo de clases. Las escuelas abrieron los sábados, y los programas de invierno y verano se diseñaron como espacios para la recuperación de aprendizajes perdidos.
En este contexto, el impacto de la pandemia en la asistencia escolar se volvió más evidente. En agosto de 2022, Rodríguez Larreta y Soledad Acuña compartieron datos que revelaron una preocupante inasistencia: el 30% de los alumnos faltaban una semana al mes, y el 16% faltaba siete o más veces. Esta situación impulsó una decisión crucial del Ministerio de Educación de la Ciudad: cambiar las condiciones para ser considerado «alumno regular».
La nueva definición establece que los estudiantes deben asistir al menos al 85% de los días de cada bimestre escolar, y no deben superar las 25 inasistencias anuales injustificadas. Aquellos que no cumplan con esta condición no solo perderán la regularidad, sino que también enfrentarán instancias adicionales para avanzar al siguiente año.
Esta medida se erige como un pilar para reducir el ausentismo y el abandono escolar. Enfrentar los desafíos de la educación pospandémica implica no solo recuperar conocimientos académicos, sino también reconectar a los estudiantes con la estructura vital de la escuela. La presencialidad regular no solo es una métrica académica, sino un reflejo de la participación activa y comprometida de los estudiantes con su proceso educativo.
Trabajar en pro de reducir el ausentismo y el abandono escolar es un esfuerzo conjunto que involucra a padres, educadores y autoridades gubernamentales. La educación es un viaje colectivo, y cada día en la escuela es una oportunidad para sembrar semillas de conocimiento y crecimiento personal. Soledad Acuña, a través de sus reflexiones y acciones, subraya la importancia de este esfuerzo colectivo y la necesidad de crear un entorno educativo que nutra tanto el intelecto como el corazón de los estudiantes.