Las voces de los chicos

Soledad Acuña

Soledad Acuña expresa, a lo largo de su libro, sus sensaciones personales durante la pandemia. La Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires trabajó durante todo el 2020 para lograr reabrir las escuelas, luego de que el Gobierno Nacional suspendiera la presencialidad de manera indefinida en marzo. 

En un año en el que las prioridades del poder ejecutivo nacional se centraron en contener al sistema de salud, Soledad Acuña nunca dejó de generar puentes de comunicación con las familias, para entender la situación que cada una de ellas atravesaban y ofrecer respuestas a sus demandas. 

Mientras Argentina tenía una de las cuarentenas más largas del mundo, Horacio Rodríguez Larreta y la Ministra nunca dejaron de priorizar la educación, y trabajaron en conjunto para diseñar planes que permitieran el regreso a la escuela sin poner en riesgo la salud de los/las estudiantes, las familias o el personal docente y no docente.

A pesar de los numerosos intentos de retornar antes a la presencialidad, no fue hasta los meses finales que el Gobierno de la Ciudad pudo garantizar el tan ansiado regreso a la escuela. Durante el aislamiento, tanto los/as docentes como los/las chicos/as se vieron en dificultades para seguir con las clases a distancia. Esto trajo numerosas consecuencias para la educación, dado que hubo un profundo retroceso en los aprendizajes, al mismo tiempo que se vio afectado el desarrollo emocional de los/as jóvenes. 

Soledad Acuña observó como la cuarentena afectaba a su hijo mayor, Santiago. Además, veía que las familias de los compañeros de su hijo presentaban las mismas dificultades. Por otro lado, las diversas investigaciones que llevó a cabo el Ministerio de Educación, evidenciaron los problemas que presentaban la mayoría de los/as jóvenes. Las diversas consultas revelaban que los chicos y las chicas presentaban síntomas de ansiedad y cambios de ánimo, de manera frecuente.

Las palabras de los chicos reflejadas en el libro

En “El día que ir a la escuela fue noticia” se resalta en numerosas oportunidades, la importancia de escuchar a la sociedad para tomar decisiones y diseñar políticas educativas que puedan ofrecer soluciones a sus demandas.

Por esta razón, Soledad Acuña dedica tres capítulos a levantar las voces de los/las docentes, las familias y los/as chicos/as.

En el capítulo 10, la Ministra le da lugar a los/as más jóvenes, para que estos puedan contar sus experiencias personales y cómo vivieron el aislamiento. En este sentido, Lautaro Córdoba, Valentino Díaz Fontau y Catherine Lutzky sus narraron historias y aprovecharon el espacio para expresarse.

En primer lugar, Lautaro Córdoba estaba en cuarto año de una escuela técnica en 2020, y cuenta: “Los profesores siguieron con buena onda, pero con el tiempo fue bajando cada vez más la intensidad para enseñarnos, hasta que de un día para el otro solo mandaban los trabajos y nada más (…) En nuestro colegio teníamos un solo profesor que daba clases virtuales todas las semanas y otro que daba una vez al mes, para hacer el cierre con todos los trabajos que nos había dado. El resto nos daba tareas para hacer. Fue complicado, porque en una escuela técnica no nos basamos solamente en el contenido sino también en la práctica. Cuando volvimos y llegamos a taller no sabíamos cómo trabajar y lo mismo les pasó a los chicos de quinto y de sexto año, que terminaron sin prácticas, no tuvieron experiencia”. 

Finalmente, refleja una realidad que era la de muchos/as chicos/as durante el aislamiento: “Estaba terminando el año y yo totalmente desmotivado, así que en septiembre dejé todas las materias. Me desligué, me desconecté cien por ciento”.

Por su parte, Catherine Lutzky expresa “Yo la pasé muy mal, tengo déficit de atención y no me puedo concentrar durante largo tiempo y muchísimo menos frente a una pantalla, sin motivación”. Por otro lado, cuenta la alegría que sintió cuando pudo reencontrarse con sus compañeros en las aulas: “Cuando después de las vacaciones de invierno volvimos, todo fue hermoso. Fue muy emotivo, el primer día fue extraño ver a la otra mitad del curso. Llegabas y decís «ok, a quién saludo, qué distancia mantengo», pero fue re lindo y no solo lo de volver a encontrarte con tus compañeros sino volver a tener las clases completamente”.

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