“El día que ir a la escuela fue noticia” es un libro que propone una mirada diferente para comprender la educación y la forma de gestionar. Soledad Acuña, Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires desde 2015, cuenta de manera detallada su experiencia en la gestión de la educación durante la pandemia del covid-19.
A lo largo del libro, Soledad Acuña analiza lo ocurrido, de forma que la pandemia sirva como un aprendizaje que ayude a tomar mejores decisiones en la construcción de nuestro futuro.
En el capítulo 5, la ministra expresa: “Los chicos comenzaron sus clases en marzo, conocieron maestros y profesores, tal vez nuevos compañeros, salieron del desorden de las vacaciones, empezaron a planear o adaptarse a una rutina y a los pocos días les dijeron que el lunes siguiente ya no podrían ir más a la escuela ni a ningún otro lado. Colgaron sus mochilas, sus camperas recién estrenadas de la promoción 2020, guardaron el uniforme, el guardapolvo, la ropa de fútbol, la malla de danza y los patines. Se quedaron en casa calladitos y, cuando los adultos comenzaron a salir, ellos siguieron adentro”.
Por otro lado, explica que desde el Ministerio buscaron escuchar a los/as chicos/as para que pudieran expresar su realidad: “No tenían una voz pública pero eso no significaba que no tuvieran algo para decir. ¿Quién habla por los chicos? Una vez que la pregunta se instaló no la pude sacar de mi cabeza (…) Mientras tanto, quienes estábamos al cuidado de nuestros hijos veíamos cómo se iban apagando día a día en su burbuja familiar”.
En este sentido, Soledad Acuña cuenta que el Gobierno de la Ciudad estableció puentes de diálogo con las familias y con los/las jóvenes, para entender la situación de cada uno/a de ellos/as y comenzar a ofrecer respuestas.
La Ministra menciona que, en colaboración con la fundación Ineco, el gobierno porteño llevó a cabo un relevamiento para evaluar la situación de adolescente de entre 13 y 20 años. El mismo contenía preguntas relacionadas con cuatro áreas específicas de la salud emocional: desánimo, ansiedad, autoestima y satisfacción con la vida.
Los resultados fueron que alrededor de 6 de cada 10 jóvenes reflejaron significativos cambios de ánimo, sentimientos de soledad, síntomas de ansiedad e incluso baja satisfacción con la vida. Además, las principales expectativas de la salida de la cuarentena eran: encontrarse con amigos, volver a la escuela, ver a familiares y retomar otras actividades extra académicas. Por último, algunos jóvenes manifestaron miedo de volver a las aulas y en muchos casos había incertidumbre sobre la posibilidad de recuperar el ritmo o preocupación por su desempeño académico.
Por otra parte, en cuanto a la pregunta referida a sus expectativas, Soledad Acuña expresa: “Las respuestas son variadas y valiosas, pero me voy a quedar con una especialmente significativa por todas las dimensiones que encierra: «Aprendí que hay que valorar la libertad, me gustaría que me llamen para charlar con los políticos, tengo mucho que contarles y darles una mirada juvenil de las cosas»”.
La reflexión de Soledad Acuña sobre los resultados de la encuesta
Finalmente, realiza una reflexión personal sobre aquella realidad: “La escuela es una institución clave en la formación de los jóvenes, debe cumplir su rol fundamental de educar a los jóvenes con contenidos apropiados para su edad pero también es un espacio físico de juego, socialización y contención, y eso se había perdido. Para abordar un problema es necesario primero conocerlo, no mirar para otro lado, contar con información y tener la determinación política para encararlo. La salud mental y emocional de nuestros chicos estaba en riesgo y, como gobierno, era nuestra responsabilidad no solo identificar el problema sino tomar las medidas necesarias para revertirlo (…) Debíamos seguir atentos a la situación epidemiológica pero también era urgente salir de la cuarentena tal como había sido implementada; las actividades de los adultos se iban retomando y en el horizonte teníamos la vuelta a clases (…) Volveríamos gradualmente, con nuevas pautas de higiene y con modos diferentes de vinculación con nuestros pares, en algo que empezó a conocerse como «nueva normalidad». Desde el gobierno no solo lo estábamos imaginando, lo estábamos planificando”.