La irrupción de la pandemia del COVID-19 ha causado un impacto abrumador en todos los aspectos de nuestra vida diaria, y el campo de la educación no ha sido una excepción. A nivel mundial, las instituciones educativas se han visto enfrentadas a una nueva forma de enseñanza: la educación a distancia. Este cambio ha presentado una serie de desafíos para los maestros, quienes se han visto en la necesidad de reinventarse para continuar brindando educación a sus alumnos.
Uno de los principales desafíos que los educadores han debido afrontar durante esta pandemia ha sido la adaptación a las tecnologías digitales. Para muchos profesores, el manejo de plataformas de aprendizaje en línea y otros recursos digitales era una experiencia desconocida, lo que dificultó considerablemente la transición hacia la educación a distancia.
Además, en numerosos casos, tanto los docentes como los estudiantes carecían de los recursos tecnológicos necesarios, como computadoras o acceso a una conexión de Internet de alta velocidad, lo que complicó aún más su capacidad para enseñar y aprender en línea.
Otro desafío significativo que han enfrentado los maestros durante esta crisis ha sido la ausencia de un contacto directo con sus alumnos. La educación en línea puede resultar impersonal y los profesores a menudo no han logrado establecer la misma conexión emocional con sus estudiantes que tendrían en un entorno físico. Además, la educación a distancia ha dificultado para los docentes el entendimiento de las necesidades individuales de cada estudiante y la provisión de apoyo y recursos personalizados.
Soledad Acuña, Ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ha abordado esta realidad en el capítulo 3 de su libro, en el cual destaca las vivencias de los maestros y su experiencia durante la pandemia.
Según lo afirmado por la ministra: «Los maestros, directivos, estudiantes y familias se enfrentaron a dificultades para adaptarse a una realidad que nunca llegó a ser normalidad, y eso lo pudimos percibir desde muy temprano. Aunque se hicieron esfuerzos enormes, el cierre de las escuelas planteó innumerables desafíos. Los directivos y maestros desplegaron una enorme imaginación y creatividad, sus rutinas laborales se trasladaron a sus hogares y se esforzaron por mantener el contacto con los estudiantes y sus familias».
Carlos López, vicedirector del Polo Lugano, compartió su experiencia en la escuela durante el período de aislamiento. «Al principio, entre los maestros circulaba la idea de que en un par de semanas nos volveríamos a encontrar y retomaríamos desde donde nos habíamos quedado. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que la situación se prolongaba y necesitábamos una nueva organización. Sabíamos que la conectividad sería un problema que afectaría a todos, y así fue. No todos los estudiantes tenían un dispositivo, y aquellos que sí lo tenían no siempre estaban en condiciones óptimas. Por lo tanto, comenzamos a considerar que la conectividad debía basarse en los teléfonos móviles y depender del plan de datos de cada familia».
Además, López explica las dificultades que enfrentaron los maestros al utilizar las tecnologías para enseñar a los estudiantes: «Para nosotros, lo digital resultó ser un desafío y atravesamos varias etapas. Creo que nuestra facilitadora de informática envejeció cinco años en poco tiempo, ya que era la encargada de publicar las diferentes actividades en el blog de la escuela para que los padres las buscaran. Algunos maestros se comunicaban por correo electrónico, y muchas familias se dieron cuenta de la necesidad de tener una dirección de correo electrónico y comenzaron a valorar los dispositivos electrónicos y las computadoras que tenían en casa. Creo que, si algo «positivo» se puede rescatar de esta pandemia, es el verdadero valor que se le ha dado a lo virtual y la importancia de tener en buen estado los dispositivos electrónicos en casa, que son un medio para acceder a la escuela y poder aprender. También hemos tenido que actualizarnos como maestros, ya que muchos de nosotros teníamos conocimientos limitados y nos dimos cuenta de que podíamos hacer mucho más. Ha sido un trabajo duro».
A través de la lectura de este capítulo, es posible observar las dificultades que han surgido en las escuelas para continuar brindando educación a través de la computadora. La pandemia ha dejado una profunda huella en el ámbito educativo y ha supuesto un retroceso significativo en los procesos de aprendizaje. Por esta razón, Soledad Acuña ha trabajado arduamente durante todo el 2020 y 2021 para mantener las escuelas abiertas el mayor tiempo posible y mitigar los efectos negativos de esta situación.