El cierre de las escuelas establecido en marzo del 2020, por la pandemia de covid-19, tuvo un impacto directo en el desarrollo académico, social y emocional de los chicos y las chicas. Al momento del anuncio, el gobierno nacional comprendía que la presencialidad en las aulas podría causar un incremento de los contagios. La ministra de educación porteña, Soledad Acuña, expresó desde el primer momento su descontento con la medida, que la veía como apresurada.
Tal como expresa en el capítulo 1 de su libro: “Mientras escuchaba al ministro Trotta intentando explicarme los motivos del cambio drástico en tan pocas horas de una política pública que involucra a millones de estudiantes en todo el país, tuve claro el panorama que teníamos por delante. Y así se lo hice saber: —¿Sos consciente de que no volvemos hasta septiembre? Porque esta enfermedad se transmite con el frío y no llegamos todavía ni al otoño”.
A mediados de aquel año, Soledad Acuña finalizó su licencia por maternidad, y pudo retomar sus funciones como Ministra. Desde ese momento, volvió con el objetivo de que las escuelas debían abrir sus puertas y los alumnos debían reencontrarse dentro de las aulas. El Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, compartió esta visión, y ambos comenzaron a diseñar planes para que se pudiera garantizar nuevamente la presencialidad en los establecimientos.
Por otro lado, las familias adhirieron al reclamo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y se movilizaron para pedir por la reapertura de las escuelas. El capítulo 7 del libro, “Era mediados de septiembre. Había pasado más de un mes desde que presentamos el primer protocolo para revincular a los estudiantes que se habían desconectado de la escuela (…) Mientras el ministro de Educación rechazaba todas nuestras propuestas, eran cada vez más las familias que comenzaban a sortear los circuitos permitidos para que sus hijos pudieran tener contacto con otros chicos. En el conurbano bonaerense, las salidas recreativas todavía (…) Al leer los reclamos sentí que podía comprender esa desesperación. En el ministerio de Educación conocíamos el clima que vivían muchos hogares de la Ciudad y las dificultades que transitaban con la educación de sus hijos. Entre las preocupaciones que manifestaban tanto las familias de Padres Organizados como los relevamientos y estudios que elaboramos por cuenta propia, existían varias cuestiones que se conectaban: los chicos se distraían y asustaban con facilidad, los padres notaban un aumento de su hiperactividad (…) Conocer la experiencia de las familias era un proceso valioso porque me permitía repensar cuestiones de fondo. Y vivía la exigencia que me transmitían como un efecto positivo de aquellos intercambios: ellos sentían que la Ciudad era el motor que iba a terminar impulsando la vuelta a las clases”.
El apoyo de las familias fue fundamental para que Horacio Rodríguez Larreta y Soledad Acuña pudieran lograr la vuelta a las clases presenciales a finales del 2020. A pesar de la constante oposición del gobierno nacional, la ministra y el jefe de gobierno mantuvieron firme su convicción de que los chicos y las chicas debían estar en las aulas, ya que esa es la única manera de garantizar una educación de calidad.
Volver a vincular a los chicos y las chicas con la escuela
Luego de lograr la vuelta a clases, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, trabajó en la elaboración de medidas que lograran recuperar los aprendizajes y el tiempo perdido por la pandemia. Sin embargo, en primer lugar fue necesario revincular a los alumnos, y acompañarlos en su desarrollo emocional.
“Los docentes y directivos usaron los primeros encuentros como un desahogo para hablar de todas las dificultades que habían tenido durante la virtualidad (…) El reencuentro fue el sentido primordial que tuvo el regreso que planificamos desde el ministerio y por el que peleamos con Nación durante meses. La vuelta a la escuela durante esos meses no fue todo lo que hubiéramos querido pero sí fue fundamental para encarar el futuro con el foco puesto en la presencialidad”. Estos primeros encuentros fueron fundamentales para recuperar el vínculo con los estudiantes. A partir de esto, se pudieron implementar diversos programas que se centraron en recuperar los aprendizajes, para que los alumnos pudieran continuar con sus trayectorias escolares, con los niveles de conocimiento esperados para su edad.
En su libro “El día que ir a la escuela fue noticia” Soledad Acuña relata de manera detallada los principales acontecimientos de su gestión en el 2020 y en el 2021. El objetivo del mismo es recordar y aprender de la experiencia de la pandemia, para que sirva de guía en las futuras decisiones.