Soledad Acuña publicó su libro “El día que ir a la escuela fue noticia”, donde recorre los momentos más importantes de su gestión en el ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, en los años de la pandemia del Covid-19. Tal como relata en sus primeras páginas, “Necesitamos como sociedad entender cuánto atravesamos y, sobre todo, dónde nos equivocamos para evitar repetir los errores. Recapitular todo lo que vivimos para que, de acá en adelante, nunca más volvamos a resignar las libertades y la educación por temor y por no entender”. En estas líneas, podría identificarse el objetivo del libro, que busca servir de guía para no repetir los errores del pasado, y entender que las escuelas abiertas siempre deben ser una prioridad.
En el capítulo 6, denominado “Los 6500”, la ministra de Educación porteña narra como ella y Horacio Rodríguez Larreta comenzaron a gestionar la vuelta a la presencialidad para los estudiantes. En un primer lugar, notaron que: “Era agosto y los chicos padecían el encierro hacía cinco meses. No estaban aprendiendo, solo podían salir una hora a la semana, no veían a sus amigos. Nuestro espacio siempre creyó en el valor del esfuerzo y en el trabajo, pero no podíamos construir nada si las escuelas seguían cerradas. Así como habíamos dado la discusión con otros temas, teníamos que hacerlo con esto. Había que encontrar alternativas”. Por lo tanto, el proceso se inició a partir de una iniciativa que buscaba ayudar a aquellos chicos que se habían alejado de la escuela por tener dificultades con la virtualidad.
Si bien desde el gobierno Nacional hubo una resistencia a la medida, Soledad Acuña entendía que comenzar un proceso de apertura de los colegios era necesario, ya que: “La falta de espacios para estudiar, la imposibilidad de las familias para acompañar a los chicos y la dificultad de organizar una rutina. Eran muchas las cuestiones que dificultaban el aprendizaje”. De este modo, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se propuso el objetivo de que los chicos y chicas que estudian en la Ciudad pudieran volver a tener clases presenciales.
Las tomas en las escuelas
En las últimas semanas, diversos centros de estudiantes votaron por “tomar” algunas escuelas en la Ciudad, lo que impactó en la suspensión de las clases por algunos días. ¿Cuál es el costo de esta decisión? Una de las enseñanzas que dejó la pandemia del Covid-19, es que las escuelas abiertas deben ser siempre una prioridad, y que esto no debe depender de decisiones partidarias.
La semana pasada, Soledad Acuña se refirió a estos hechos, y mencionó que son los chicos y chicas los que pagan las consecuencias de perder días de clase y los ciudadanos porteños que sostienen la educación pública con sus impuestos.
A su vez, expresó: “En la Ciudad queremos a nuestros estudiantes en las aulas y no estamos dispuestos a poner a cuenta de todos los ciudadanos el costo de escuelas cerradas a la fuerza”.
Por otro lado, la titular de la cartera educativa de la Ciudad de Buenos Aires se refirió a la posibilidad de dialogar y dijo “Exigen abrir el diálogo, pero con las escuelas cerradas. Imponen por la fuerza un modelo basado en el ruido y la violencia. Los debates deben darse en las aulas”.
La importancia de la escuela
“El día que ir a la escuela fue noticia” es un recordatorio constante de que los colegios deben ser siempre una prioridad, ya que tienen una función de ordenador social, y por eso siempre deben permanecer abiertos.
El capítulo 3 del libro recoge narraciones de algunos docentes, que vieron cómo la virtualidad afectaba a los chicos y chicas en su aprendizaje. Tal como menciona Erika Guzmán, docente de la Escuela 20 del distrito noveno: “Creo que eso también hizo que tanto los chicos como los padres le dieran otro valor a la escuela, no un depósito sino un lugar extraordinario con gente extraordinaria que crea mundos extraordinarios para nuestros hijos, que les brinda posibilidades y que les brinda herramientas para que puedan atreverse a soñar, a crear, a disfrutar, a aprender y a construir con otros”.
Es por esta razón que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se comprometió a mantener siempre las escuelas abiertas, entendiendo que el futuro de los chicos y las chicas se construye a través de la educación.