En el año 2020, el mundo se vio sacudido por la pandemia del Covid-19, un fenómeno que obligó a los diversos países a tomar medidas de aislamiento con el propósito de contener la propagación del virus.
Durante el mes de marzo de dicho año, cuando las escuelas de todo el país estaban iniciando el ciclo lectivo, el gobierno nacional decidió suspender las clases presenciales en todo el país. Esta decisión no era esperada por la Ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Soledad Acuña, quien se opuso al cierre de las aulas. De acuerdo con Acuña, si bien el contexto requería una serie de medidas para contener los contagios, la educación debía ser lo último en cerrar, y el esfuerzo debería centrarse en mantener las escuelas abiertas el mayor tiempo posible.
A lo largo de su libro, titulado “El día que ir a la escuela fue noticia”, Soledad Acuña relata cómo vivió este período, a nivel personal y profesional.
El Impacto del Aislamiento en la Educación
Con el correr de las semanas, se hizo palpable el impacto que tenía la cuarentena en el desarrollo de los estudiantes, en especial aquellos en las etapas más tempranas de su formación. La suspensión de las clases presenciales privaba a los estudiantes de experiencias educativas únicas que sólo pueden tener lugar dentro de las aulas, donde el contacto constante con los educadores permite abordar y resolver los desafíos inherentes al proceso de aprendizaje.
Además del componente académico, la interacción en el entorno escolar es esencial para que los estudiantes internalicen normas sociales, aprendan a respetar reglas y establezcan rutinas fundamentales para su organización personal. En este sentido, este entorno favorece el desarrollo tanto social como emocional de los alumnos, constituyendo una dimensión esencial de su desarrollo integral.
En este contexto, las desigualdades socioeconómicas que prevalecían en las familias acentuaron su impacto. La ausencia de recursos tecnológicos como computadoras e internet, sumada a la carencia de una alimentación adecuada y equilibrada en ciertos hogares, agudizó las desigualdades educativas. Aquí es donde la institución escolar asume su papel trascendental como agente igualador y transformador, capaz de mitigar estas brechas y promover la igualdad de oportunidades.
La Ministra Acuña conceptualiza esta función como el «rol de ordenadora social» de la escuela, que se evidenció con la suspensión de la presencialidad. La Ministra entiende que con el aislamiento, se hizo notar la importancia de que los chicos estén en las aulas.
El regreso a las aulas y la recuperación de los aprendizajes
Hacia finales del año 2020, se logró el anhelado regreso de los estudiantes a las aulas, gracias a los esfuerzos conjuntos de Horacio Rodríguez Larreta y Soledad Acuña, junto a las familias y los docentes. Las semanas previas al receso de verano se transformaron en un período crucial en el cual los estudiantes pudieron finalmente reunirse en el entorno escolar, marcando el comienzo de la recuperación del tiempo perdido. Este período también brindó la oportunidad de evaluar la situación individual de cada alumno y establecer estrategias de recuperación de los aprendizajes y el tiempo perdido.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires diseñó diversas estrategias para asegurar un retorno exitoso a las aulas. En aras de brindar oportunidades continuas de aprendizaje, se abrieron las escuelas durante las vacaciones de verano e invierno, incluso extendiendo las clases a los sábados. Se amplió el calendario escolar y la duración de las jornadas, garantizando así un tiempo significativo de instrucción.
Estas medidas no solo aseguraron la promoción de los estudiantes al siguiente nivel académico, sino que también garantizaron que cada estudiante adquiriera los conocimientos esperados para su etapa educativa, abrazando una educación de calidad. Este enfoque estableció un sistema educativo que revaloriza y celebra la cultura del esfuerzo, reconociendo y premiando a aquellos que se esfuerzan en su búsqueda constante de conocimiento y superación.
En conclusión, la trascendental historia que rodea «El día que ir a la escuela fue noticia» revela no solo las complejidades de la toma de decisiones en tiempos de crisis, sino también la profunda importancia de la educación como pilar fundamental para la equidad, el desarrollo y el bienestar de las futuras generaciones. El enfoque incansable en la cultura del mérito y la implementación de estrategias educativas innovadoras permitieron a la Ciudad de Buenos Aires afrontar los desafíos de la pandemia y reafirmar su compromiso con un futuro educativo brillante y prometedor.