Afrontando la Pandemia: La Experiencia de Soledad Acuña

Reapertura de escuelas durante la pandemia - Soledad Acuña liderando el proceso

En 2020 y 2021, en los años de la pandemia del Covid-19, las escuelas de todo el país tuvieron que cerrar sus puertas por decisión del gobierno nacional. Soledad Acuña, quien es Ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde 2015, manifestó su preocupación por la medida y trabajó por la reapertura de las escuelas porteñas. 

En marzo del 2020, cuando el gobierno nacional publicó el decreto que anunciaba la suspensión de las clases presenciales en todo el país, Soledad Acuña explicó que esta medida implicaba un riesgo muy grande para la educación de los chicos y las chicas, principalmente en las edades más tempranas. De acuerdo con la Ministra, si bien el contexto obligaba a tomar medidas extraordinarias, era imprescindible mantener las clases presenciales mientras fuera posible. Las escuelas debían ser lo último en cerrar, y lo primero en abrir.

Tal como se expresa en el primer capítulo de “El día que ir a la escuela fue noticia” Soledad Acuña le manifestó al Ministro de Educación de la Nación que si cerraban antes de la llegada del invierno, no iba a ser posible volver hasta los meses finales del año. Además, cuenta que la decisión de suspender las clases presenciales la tomó por sorpresa debido a que el gobierno nacional había asegurado que las clases presenciales se mantendrían.

La lucha por reabrir las escuelas en tiempos de cuarentena

A lo largo de su libro, Soledad Acuña señala en reiteradas oportunidades, la incoherencia que suponía mantener las escuelas cerradas. La Ministra explica que, mientras otras actividades comenzaban a habilitarse, las clases presenciales permanecían suspendidas.

En el capítulo 6, titulado “Los 6500”, Soledad Acuña expresa: “La discusión llegaba a ribetes absurdos. Mientras Nación se negaba a abrir las escuelas de la Ciudad por temor al virus, en los barrios vulnerables se había dispuesto el aislamiento comunitario. En mayo, el gobierno provincial había cercado la Villa Azul luego de una escalada en los contagios. Los chicos podían estar en los pasillos de las villas pero tenían prohibido el ingreso a las aulas. Estaban mucho más expuestos en esas condiciones, pero poco importaba. Las contradicciones entre lo que sucedía en la realidad y lo que pretendían regular eran evidentes”. 

Las semanas de aislamiento pusieron en evidencia la necesidad de volver a las aulas, ya que los chicos y las chicas comenzaban a perder su vínculo con la escuela. El Gobierno de la Ciudad trabajó en diversas estrategias que permitieran reabrir los establecimientos, pero el gobierno nacional mantuvo su postura de que las clases debían ser a distancia. Esta posición no tenía en cuenta la importancia que tiene la escuela para el desarrollo social y emocional de los jóvenes. Asimismo, la escuela es fundamental para la alimentación de muchos chicos y chicas que dependen de esta institución para acceder a un plan nutricional adecuado. Por otra parte, debido a las grandes desigualdades, no todas las familias podían garantizar la asistencia a clases de forma virtual. Estas eran algunas de las razones que demostraban que la vuelta a clases era una necesidad que trascendía lo pedagógico.

Soledad Acuña cuenta que, ante la negativa del gobierno nacional, el Ministerio de Educación porteño puso en marcha diversas acciones que permitieran garantizar una educación de calidad a pesar del contexto. “De nuestra parte sabía que teníamos que continuar por el mismo camino, así que le pedí a mi equipo que siguiera trabajando en un nuevo documento. Había que incorporar todas las observaciones que nos había impuesto el Ejecutivo Nacional. Era fundamental mantener el contacto con las familias y acompañar el proceso de aprendizaje más allá de la virtualidad. Por eso, comenzamos a trabajar en un segundo protocolo que nos permitiera realizar actividades educativas en espacios públicos. La propuesta era llevar a cabo encuentros al aire libre en plazas y polideportivos para retomar el vínculo con los estudiantes que estaban por terminar su escolaridad”.

Estas medidas permitieron mantener el vínculo con cada una de las familias, que fue fundamental para reabrir las escuelas a finales del 2020. Durante el 2021, se mantuvo la presencialidad plena, acompañada de diferentes políticas que tenían como principal objetivo la recuperación de aprendizajes.

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