Esta semana, la Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, se reunió con vecinos de la Ciudad y alrededores, en una extensa charla. Allí los vecinos expresaron sus inquietudes sobre la educación y la política en general.
Sobre la actividad, la Ministra expresó a través de sus redes: “Tenemos la experiencia y el equipo, la convicción y las ganas. Vamos a construir una Argentina mejor, con más trabajo, educación y oportunidades de progresar. Lo hicimos en la Ciudad y lo podemos hacer en todo el país”.
La importancia de sostener un vínculo con la comunidad educativa
En su libro “El día que ir a la escuela fue noticia”, Soledad Acuña escribió sobre su experiencia al frente del Ministerio de Educación porteño durante la pandemia del Covid-19. A lo largo del mismo, detalla su experiencia personal, tanto en el ámbito profesional como en el ámbito familiar. De este modo, se observa que el cierre de escuelas decretado por el gobierno nacional a principios de marzo del 2020, afectó al desarrollo social, pedagógico y emocional de los chicos. Acuña pudo ver como la cuarentena impactaba en su hijo, y al mismo tiempo notaba que esa realidad era compartida por el resto de las familias.
Durante este período, fue fundamental sostener el vínculo con las familias y con los jóvenes, para mantener los puentes de comunicación con la comunidad educativa. Por lo tanto, en el capítulo 7 titulado “Padres Organizados”, Soledad Acuña detalla el surgimiento de la organización de padres y madres que se reunieron para reclamar por la vuelta a las aulas. Soledad Acuña, que durante todo el año trabajó por volver a las escuelas abiertas, explica que se comunicó con ellos para fortalecer su reclamo.
De este modo explica: “Al leer los reclamos sentí que podía comprender esa desesperación. En el ministerio de Educación conocíamos el clima que vivían muchos hogares de la Ciudad y las dificultades que transitaban con la educación de sus hijos. Entre las preocupaciones que manifestaban tanto las familias de Padres Organizados como los relevamientos y estudios que elaboramos por cuenta propia, existían varias cuestiones que se conectaban: los chicos se distraían y asustaban con facilidad, los padres notaban un aumento de su hiperactividad. El 82% consideraba que sus hijos se sentían más infelices. Las náuseas, los dolores de cabeza y de estómago eran frecuentes e iban en aumento, en el orden del 62%”.
Asimismo, se refiere al programa que implementó el ministerio para sostener el vínculo de los chicos con la escuela: “Con el programa «Decí Presente» continuamos buscando a aquellos que se habían desconectado para reincorporarlos al sistema. Conversábamos a diario con esos 6500 hogares para conocer su realidad. Es cierto que la mayoría de quienes participaban de Padres Organizados pertenecían a otro sector social: muchos enviaban a sus hijos a escuelas de gestión privada e incluso algunos residían en la Provincia de Buenos Aires. Pero en el fondo su angustia recalaba en la misma herida. Si bien el reclamo adquirió formas distintas en cada caso, los unía un mismo interés. Me puse al día con la información que mi equipo estaba produciendo: los informes de la Comunidad Educativa Conectada, los relevamientos sobre la salud mental de adolescentes y las mesas con especialistas de infancia. Tenía la temperatura de lo que sucedía hacia dentro de la comunidad educativa pero no era suficiente. Debíamos seguir consultando a los diferentes actores con relevamientos y más actividades de cercanía. Había que escuchar la opinión de las familias.”
Finalmente explica: “Mi primera reacción con Padres Organizados fue convocarlos a una reunión por Zoom. Me parecía natural tender un puente de diálogo con ellos para conocerlos y transmitirles nuestra posición del Gobierno de la Ciudad. Sabía que nuestro rol en aquella conversación no iba a estar exento de tensiones. Siempre comprendí que, para la ciudadanía, la clase política y quienes formamos parte del Estado en sus distintos estamentos somos una misma cosa. Y quería demostrarles que no, que no todos éramos iguales. Mi intención era escucharlos para sumar otras voces. En un momento en que la apertura de las escuelas no parecía la posición reinante, aprendimos que las mayorías silenciosas tenían que hacerse oír más fuerte. Me preguntaba cómo podíamos apoyar su reclamo para hacerlo aún más visible, aunque siempre considerando que las aguas se encontraban divididas”.