“El día que ir a la escuela fue noticia” es un libro que nos invita a repensar la educación nacional, proponiendo nuevas formas de hacer política. En 2020 las escuelas de Argentina cerraron sus puertas por un decreto del gobierno nacional, que tenía como principal prioridad controlar los contagios por el Covid-19.
Soledad Acuña se convirtió rápidamente en una referente en temas educativos, ya que trabajó junto a todo su equipo para garantizar que los chicos y las chicas que eligieran estudiar en la Ciudad, pudieran volver a las aulas.
Tal como menciona en su libro, con el correr de los meses, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires se encargó de medir la realidad, para evaluar la situación en la que se encontraban los alumnos tras el aislamiento. “Los primeros resultados mostraron un escenario preocupante. Muchos estudiantes de escuelas públicas y privadas habían perdido el vínculo con sus docentes. Cuando terminamos de hacer el relevamiento, después del receso invernal, identificamos a 6500 chicos que habían quedado totalmente desvinculados de las aulas. El problema se extendía a todo el sistema educativo. De ese total, eran 1100 los que asistían a escuelas de gestión privada subsidiadas, específicamente aquellas ubicadas en los barrios más vulnerables. Sabía que teníamos que pensar en una solución. Había que consolidar toda la información que pudiéramos conseguir para planificar nuestros próximos pasos (…) Muchas familias en condiciones de vulnerabilidad estaban expuestas a los riesgos del aislamiento comunitario, pero sus hijos no podían estudiar en un ambiente seguro como la escuela. La situación era irracional. Había que ir a buscarlos y ofrecerles una alternativa que se adecuara a sus necesidades. El daño que queríamos evitar con el aislamiento estaba generando un riesgo mayor en estos chicos”
Gracias a que el Gobierno de la Ciudad, encabezado por Horacio Rodríguez Larreta, y el Ministerio de Educación porteño, gestionado por Soledad Acuña, nunca perdieron el contacto con las familias, fue posible diseñar planes y medidas para que la reapertura de las escuelas fuera posible. En este sentido, Acuña resalta la importancia de gobernar por medio de la evaluación de la realidad, debido a que esa es la única manera en la que ésta puede ser cambiada.
No obstante, desde el gobierno nacional no compartían la convicción de que se debía volver a la presencialidad en las escuelas. Por el contrario: “La conversación con Nación estaba congelada desde marzo. En el Consejo Federal de Educación se discutían medidas de contingencia: cuál era la plataforma virtual a utilizar o qué cuadernillos enviar a los docentes. Pero la presencialidad estaba fuera de la mesa. Existía un antecedente que clausuraba el debate. Cuando se dictó el cierre de las aulas, el Consejo votó una resolución que prohibía la vuelta a clases mientras durara el ASPO. Al inicio de la pandemia todos los distritos lo habíamos consensuado y, con esa excusa, Nación pretendía centralizar todas las definiciones.”
No obstante, el gobierno porteño siguió trabajando para que los chicos y las chicas pudieran reencontrarse con sus docentes dentro de los establecimientos. En este sentido, la ministra explica: “Pero la realidad de cada provincia era distinta. Me parecía que era un momento para reabrir la discusión. ¿Por qué se podía plantear un esquema de aperturas para el resto de las actividades pero no para las escuelas?”.
A finales del 2020, las escuelas de la Ciudad volvieron a abrir sus puertas. Luego, en 2021, se pudo garantizar la presencialidad plena, con un calendario extendido, y con la oportunidad de recuperar los aprendizajes también en los recesos de invierno y verano, y los días sábados. Estas medidas se tomaron gracias a que nunca se dejó de medir la realidad. Gracias a la evidencia empírica, se demostró que la mejor herramienta para recuperar los saberes, era garantizar más tiempo en la escuela.
“El día que ir a la escuela fue noticia” es un libro que cuenta de manera detallada cómo se dio este proceso para volver a la presencialidad. De este modo, Soledad Acuña explica las diversas conversaciones que se mantuvieron con la sociedad, con las otras áreas del gobierno porteño y con el gobierno nacional, para volver a garantizar una educación de calidad en la Ciudad. Por otro lado, el libro ayuda a pensar una alternativa política, proponiendo una forma de gestión orientada a decidir en base a la evidencia, y teniendo siempre como prioridad, la educación de los chicos y las chicas.