“El día que ir a la escuela fue noticia” es un libro que nos invita a reflexionar sobre la política de nuestro país, y las decisiones que se tomaron durante la pandemia del Covid-19. Su autora, Soledad Acuña, es Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires desde 2015, y fue una de las referentes más importantes en el reclamo por la reapertura de las escuelas, durante el 2020 y 2021.
Sobre el libro, Mario Vargas Llosa expresó: “Soledad Acuña se ha destacado en su país defendiendo a los niños y su derecho a la educación, y su compromiso con la libertad es de sobra conocido. En este libro ha resumido sus ideas en defensa de la mujer y de los ciudadanos. Y sus palabras nos revelan que se trata de un ser comprometido con el progreso y que piensa que un ingrediente fundamental del mismo es el derecho de discrepar y defender ideas. Este libro, sin ninguna duda, jugará un papel esencial en los debates políticos de la Argentina”.
El día que el Presidente de la nación decretó el aislamiento obligatorio para toda la sociedad, la ministra estaba iniciando su licencia por maternidad. Sin embargo, en aquella semana, el gobierno nacional había establecido el cierre de los establecimientos educativos, con el fin de contener los contagios. Esta decisión fue criticada por Acuña, quien desde el primer momento sostuvo que había que garantizar la mayor cantidad de tiempo posible en las aulas para los chicos y las chicas.
En las semanas siguientes, Soledad Acuña pudo ver las consecuencias que tenía la falta de presencialidad en su hijo mayor, así como también en sus compañeros y sus familias. Con el correr del tiempo, se hizo evidente que las clases virtuales no pueden reemplazar a los espacios de convivencia que se generan en las aulas, a partir del contacto que tienen los alumnos con sus pares y docentes. Tal como se menciona en el primer capítulo del libro: “La capacidad de organización en las casas significó otro problema importante. Fue lo que más condicionó las posibi lidades de aprendizaje. En todas las familias, sin importar el nivel económico, hubo dificultades para garantizar rutinas que les permitieran estudiar y aprender a los chicos. Conocía esa realidad de sobra: lo había vivido con Santi. Nos fuimos dando cuenta de que lo que estábamos ha ciendo no alcanzaba. Los estudiantes no estaban aprendien do lo suficiente, no todos seguían el mismo ritmo, no todos estaban sentados al lado de la compu”.
Por otro lado, para los docentes también fue difícil adaptarse a la situación y continuar dando las clases. “Era un esfuerzo desgastante por parte de los docentes y de las familias. El nivel de estrés que tuvieron los docentes durante el primer trimestre era preocupante. La mayoría comenzó a usar sus WhatsApp para comunicarse con los chicos. El teléfono les sonaba a cada minuto: les mandaban preguntas, trabajos todos los días y los fines de semana. Eran docentes 24/7. Y tenían la sensación de que nada alcanzaba”.
Al finalizar su licencia, Soledad Acuña trabajó junto a Horacio Rodríguez Larreta para volver a abrir las escuelas. Debido a la oposición de algunos sectores políticos, el regreso ocurrió más tarde de lo deseado, sin embargo, a finales del 2020 los chicos y las chicas pudieron reencontrarse con sus compañeros y sus docentes en las aulas. Luego de esto, el Ministerio de Educación puso en marcha un plan para recuperar el tiempo perdido por la pandemia, y así garantizar que los alumnos pudieran continuar con sus trayectorias escolares, con los conocimientos y los aprendizajes esperados para su edad.
El diseño de estas medidas tenía como principal premisa, aprovechar al máximo las horas en la escuela, y ofrecer diversas oportunidades para que los estudiantes pudieran aprender. Sobre esto, Acuña expresó: “Todos los estudiantes que adeudan asignaturas o están en revinculación con la escuela van a tener más instancias de aprendizaje (…) Los chicos y chicas merecen todas las oportunidades para construir su futuro. Por eso, les brindamos más instancias de apoyo y evaluación para que puedan adquirir todos los conocimientos. Y, sobre todo, queremos que aprendan que el esfuerzo sí vale y hace la diferencia”.
En este sentido, la Ciudad extendió el calendario escolar, con doce días más de los 180 obligatorios, abrió la escuela los días sábado, y ofreció instancias de recuperación de aprendizajes en los recesos de verano e invierno, entre otras medidas. Éstas permitieron que los chicos y las chicas pudieran estar más tiempo en las aulas y así poder continuar en la escuela con una educación de calidad.