En mayo de 2022 Soledad Acuña publicó “El día que ir a la escuela fue noticia”, un libro que recupera los momentos vividos en los años de la pandemia del Covid-19. De este modo, la ministra de Educación porteña detalla sus experiencias, personales y laborales, durante este período.
La pandemia dejó una enseñanza de que las escuelas abiertas deben ser siempre una prioridad, sin importar la situación. Luego de varios meses en que las clases se dictaron de forma virtual, Soledad Acuña notó que había una pandemia silenciosa que afectaba directa y profundamente a los chicos y chicas que se encontraban aislados sin la posibilidad de volver a las aulas. En este sentido, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires asumió como política prioritaria la vuelta a la presencialidad, y, junto con el enorme esfuerzo de las familias y los docentes, lograron que los estudiantes pudieran recuperar su derecho a la educación.
A finales de 2020 y principios del 2021, los estudiantes de la Ciudad pudieron reencontrarse con sus compañeros y docentes en las escuelas. No obstante, tanto la ministra como el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, entendieron que la presencialidad era solo el primer paso. También era necesario evaluar cómo se encontraba la situación de los aprendizajes. De este modo, el ministerio de Educación porteño implementó políticas para recuperar el desarrollo educativo de los jóvenes, bajo la premisa indiscutible de que “cada día en la escuela cuenta”.
El capítulo 9 del libro, titulado “Los chicos hicieron todo bien”, recuerda que en esos meses, cada vez que cuestionaban esta medida, Soledad Acuña respondía: “«Como Gobierno tomamos la decisión completa y absoluta de volver a la presencialidad. No es un capricho, no creemos que hay que volver porque sí, creemos que hay que volver lo antes posible porque cada día que se pierde es un día que no van a recuperar y esto además de creerlo lo pudimos comprobar, que es posible y es necesario. Queremos dejar en claro que la presencialidad es la regla, y que la virtualidad es un complemento y una excepción»”
¿Por qué los estudiantes deben recuperar las horas de clase perdidas por las tomas?
Hace algunas semanas, un grupo reducido de estudiantes decidió tomar los establecimientos educativos, privando al resto de sus compañeros de acceder a su derecho a la educación. Tal como se explica en el epílogo del libro: “La escuela es ese espacio donde se construye y fomenta el pensamiento crítico, la reflexión, la imaginación, la creatividad y el intercambio de ideas, siempre desde el respeto y la libertad. Es ese espacio donde se promueven debates ricos y se les brinda a los estudiantes las herramientas para que puedan elegir qué quieren ser y cómo quieren pensar, pero nunca qué tienen que pensar”. Los debates y los reclamos siempre serán válidos, y siempre serán escuchados, pero deben darse en un marco democrático y dentro de las aulas. Tal medida de fuerza, tan solo logra privar a miles de chicos y chicas la posibilidad de tener clases presenciales, un derecho que se les negó ya por mucho tiempo, y que con un enorme esfuerzo logramos recuperar.
Es por esta razón que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió extender las clases regulares en las escuelas que fueron tomadas, a los fines del cumplimiento de la regularidad escolar. Sobre esta medida, Soledad Acuña expresó: “Las acciones tienen consecuencias (…) Enseñar los valores democráticos del respeto por las reglas y marcar los límites también son formas de educar”.
Al igual que en los meses de la virtualidad, en los que desde distintos sectores se oponían a la apertura de las escuelas, la ministra sostiene la idea de que cada día en la escuela cuenta y es importante para el futuro de los jóvenes. Por lo tanto, las aulas abiertas serán siempre una prioridad y una condición indispensable para el desarrollo de cada estudiante. Del mismo modo en el que se explica en las palabras finales del libro: “tenemos el desafío de seguir construyendo un sistema educativo en donde la escuela sea el lugar por excelencia para igualar oportunidades en nuestra sociedad. Esto implica generar condiciones de acceso y asignación de recursos que permitan crear un piso de equidad para que todos los estudiantes, más allá de las diferencias de origen, tengan las mismas posibilidades. De esta manera, la creación de su futuro dependerá también del esfuerzo y las capacidades propias. Estoy convencida de que todos los estudiantes pueden aprender si se les brindan las oportunidades”.