El 2020 fue un año desafiante para todos, sobre todo para la Educación. Soledad Acuña, ministra de Educación porteña, colmó toda su experiencia como ministra, mamá y mujer en su libro El día que ir a la escuela fue noticia. Durante varias semanas, Soledad se reunió con sus lectores y lectoras para conversar sobre su libro.
Escribir un libro siempre es un momento inolvidable en la vida de toda persona; no por nada hay un refrán que versa que en la vida, para llegar a la plenitud, hay que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Y así lo sintió Soledad. Fue por eso también que necesitó compartirlo con los vecinos y vecinas de la Ciudad que quisieran conversar y reflexionar con ella sobre lo que vivimos como sociedad y como individuos durante estos años de pandemia; sobre todo, en el 2020.
En este sentido, durante casi un mes la ministra de Educación porteña se reunió con vecinos en distintas locaciones de la Ciudad. Hubo una convocatoria por barrio, entonces, quienes querían asistir a estos encuentros solo tuvieron que anotarse en un link del ministerio y asistir el día y la hora acordada a la reunión.
Fueron varios encuentros en distintos barrios de la capital: Palermo, Recoleta, Villa Crespo, Almagro, Chacarita, Caballito, entre otros. Uno de los encuentros tuvo lugar en el bar Backroom en la calle Borges al 1900. También fueron a la librería Eterna Cadencia, que tiene un bar y una terraza donde tuvo lugar la reunión. Un rasgo a destacar es que estas reuniones tuvieron un máximo de participantes de 18 personas porque el objetivo principal era generar un ambiente cálido, íntimo donde poder conversar no solo desde su lugar de ministra, sino siendo Soledad, madre, mujer y ministra.
¿De qué se habló?
En cada encuentro, Soledad habló con honestidad sobre cómo vivió la pandemia desde su lugar de ministra pero sobre todo como muje puerpéra, madre reciente de su segundo hijo y en licencia. En este punto aclaró que, previo a su embarazo, no existía una resolución para la licencia de maternidad en un cargo tan alto como lo es de ministra. Históricamente, explicó, fueron cargos tomados por hombres o mujeres de mayor edad, como culminación de carrera. Fue por esto que, y destacó el apoyo incondicional en todo momento del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Laretta, tuvieron que crear una resolución.
Finalmente, en marzo comenzó su licencia, a días del brote de la pandemia. Y vio por la televisión cómo se cerraban las escuelas. Y vio desde su casa, como madre, a su hijo Santi cómo iba de a poco teniendo más y más dificultades para seguir su rutina de estudiante. Para conectarse a las clases, para hablar con los amigos. En palabras de la ministra “fue viendo cómo poco a poco mi hijo empezaba a apagarse” y ahí vio claramente que lo que se estaba haciendo desde el Gobierno simplemente “no era suficiente”.
Comparte también la anécdota cuando lo llama al jefe de Gobierno y le dice esto: tiene que haber algo más que podamos hacer. Y ahí, desde la Ciudad se pone sobre la mesa la posibilidad de abrir espacios educativos para que los chicos que estaban terminando un ciclo al menos pudieran hacerlo con un mínimo de presencialidad. Y así sucedió y la Ciudad fue la primera jurisdicción en darles la posibilidad a los estudiantes de volver a verse las caras, de volver a estar con sus docentes.
La pandemia eterna en la Argentina
Argentina está entre los países que tuvieron cuarentenas más largas. Específicamente, en este país la cuarentena duró 12 meses. Al momento todavía no se tienen datos oficiales de cuántos chicos y chicas a nivel nacional perdieron contacto con su escuela.
Esta crisis mundial golpea a un país que ya venía luchando con problemas estructurales. Según especialistas del Ministerio de la Ciudad, prevén una necesidad de seguir implementando medidas extraordinarias educativas hasta dos años más para recuperar lo perdido por la pandemia.
El 2020 fue el año de la mayor crisis educativa de la Historia. De hecho, la ONU la llamó “una tragedia generacional”. Cerca de 1.600 millones de estudiantes de todas las edades y en todos los países se vieron afectados por el cierre de los establecimientos educativos, con impacto en varias áreas del bienestar personal: con aumento de las depresiones juveniles, suicidios, matrimonios infantiles, desnutrición e igualdad de género. Es, como lo señaló António Guterrez, secretario general de la ONU.